La música de esta entrada es bastante
conocida, no así la historia de su compositor y esta es una de las razones por la que escribo sobre ella.
Se trata de los dos últimos números
del famosísimo Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi.
Su historia es bastante desconocida y
es curioso tratándose de un compositor que marcaría el rumbo de la música
influyendo en compositores posteriores tan importantes como los Bach, Haydn o
el mismísimo Mozart.
Tras un éxito apabullante obtenido por
su ópera cómica "La serva padrona" (la primera de la historia), fue
de fracaso en fracaso. Primero en Nápoles, más tarde sería Roma y por último,
de nuevo Nápoles las ciudades testigo de su hundimiento en la más absoluta
miseria.
Fue entonces cuando su novia, María
Spinelli, fue obligada por sus hermanos a romper con él. El método elegido fue
es bochornoso "bofetone in rostro". María, que le seguía
queriendo se retiró a un convento para serle fiel. María pidió a su amado que
tocase en la ceremonia de toma de votos a lo cual él accedió después de muchos
ruegos por parte de ella. Un año más tarde la pobre María enloqueció y murió.
Entonces Pergolesi tocó de nuevo para ella pero en esta ocasión en su funeral.
Prosiguió de fracaso en fracaso y
desanimado y tuberculoso se retiró a un convento de capuchinos. Allí en una
celda del convento compuso la que sería su última obra el famoso Stabat Mater
del que hoy oímos sus dos últimos números: Quando Corpus y amén. Al mes de escribirla moría a los 26 años de edad.
La letra dice:
Quando
corpus morietur,
fac, ut animae donetur
paradisi gloria. Amen.
Y cuando mi vida se apague
Señor, permiteme que mi alma remonte el vuelo
hacia el paraiso de tu gloria,
amén.
La obra completa está transida de
dolor, traspasada por el lacerante dolor que sentía Pergolesi y que traslada a
la oración que narra el dolor de la Virgen al ver a su amado Hijo en la cruz.
Todo el dolor por los fracasos, todo el sufrimiento por la perdida de su amada
María, toda la angustia por la inminencia de la muerte se concentra en esta
bellísima obra que no obstante es una obra que no es desesperada sino cierta en
la esperanza plasmada en la última plegaria (permite que mi alma remonte el
vuelo hacia el paraíso de tu gloria) esperanza que se ve rotundamente refrendada
por una amén como pocos hay en la historia de la música. Pese a todo el
sufrimiento Pergolesi no pierde la esperanza por una única razón: sabe hacia
donde se encamina su vida aquí reside toda su esperanza. Sabe que la vida tiene
un destino bueno, que la vida esta hecha para lo que más deseamos: la
felicidad.
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